Por desgracia, todos hemos experimentado en nuestra vida lesiones sin importancia como cortarse con una hoja de papel o golpearnos el dedo pequeño del pie con un mueble. Pero, ¿por qué duelen tanto estas heridas tan “tontas”?
En el caso de los cortes con papel, coinciden varios factores: las puntas de los dedos son una de las zonas más inervadas del cuerpo, y además hay una alta concentración de nociceptores o receptores para el dolor. Los cortes con papel suelen ser lo suficientemente profundos para alcanzar estos nociceptores, pero no para producir sangrado (y en consecuencia, tampoco hay cascada de coagulación para reparar tejidos). Si a esto le sumamos que el borde de las hojas de papel parece una sierra cuando la vemos al microscopio, ya tenemos el arma perfecta para fastidiarte una mañana.
En el caso de los golpes en el dedo pequeño del pie, nos encontramos con una situación parecida. Este dedo tiene muchísimas terminaciones nerviosas, y al estar en una zona distal es más propensa a ser golpeada contra cualquier pata de mueble colocada a traición.
Mar Sánchez
Imagen: http://bzfd.it/2oS71VU