Los trastornos alimentarios han mostrado un gran auge en los últimos años, especialmente desde los años 2000 en adelante. Esto se debe fundamentalmente al aumento del uso de las tecnologías y de una mayor exposición a modelos irreales debido a unos mass media que no parecen mostrar ningún filtro. Muchos mitos rodean este tipo de trastornos debido a la pobre representación de los medios (ya no por cantidad, si no por calidad), como pueden ser que sólo lo sufren mujeres o que sólo lo sufren adolescentes, aunque sí que son las chicas adolescentes de entre 12 y 18 años un grupo de riesgo, por encontrarse expuestas de forma masiva a unos modelos mucho más dañinos e hipersexualizados que sus compañeros.
Todos los trastornos afectan mucho a estas personas, ya que descuidan situaciones académicas, sociales, familiares, etc causados por una sociedad que oprime y critica el exceso de peso, siendo muy difícil saber dónde está el límite entre el factor salud y el factor estético. Además, se retroalimentan con páginas como ProAna, ProMia y AliSa (páginas que promueven la anorexia, la bulimia y la alimentación saludable, que después se mencionará) mostrando la peor cara de la presión mediática y la obtención de la belleza a través de un sufrimiento continuado en el control de nuestro peso.
Sin embargo, no solo existen la anorexia y la bulimia, ya que hay varios trastornos relativos a la conducta alimentaria. Los trastornos que se hayan registrados en el Manual de Diagnóstico usado por la Psicología y Psiquiatría o DSM-5, son el trastorno de atracón (caracterizado por una ingesta excesiva y objetiva de calorías al menos una vez a la semana y teniendo la sensación de no poder controlar el consumo), el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos (consistente en la evitación de comida y por ende, la pérdida de peso o no alcanzar el mínimo nutricional recomendando), el trastorno de rumiación (que consiste en regurgitar la comida y volver a comértela o escupirla), la pica (el consumo de sustancias no nutritivas, como las piedras) y los trastornos alimentarios no especificados (cuando no se cumplen alguno de los criterios de los trastornos previos, pero sí que es la sintomatología significativa para estas personas).
Todos estos trastornos prevén recoger la mayoría de los trastornos alimentarios. Pero como todo en el campo de la Psicopatología y Psiquiatría está en constante cambio debido a las nuevas investigaciones. Concretamente, dos trastornos que se cuestionan ahora no están incluidos en este tipo de manuales, ya que se les vincula a otros desórdenes, centrando estos síntomas como consecuencia de las otras alteraciones. Sin embargo, es relevante conocerlos.
La vigorexia se caracteriza por una obsesión por desarrollar musculatura, donde la distorsión se produce de forma inversa que en la anorexia, ya que estas personas se ven más pequeñas y débiles de lo que son. En este tipo de trastornos se lleva a cabo un consumo de sustancias para ayudar a crecer la musculatura como esteroides, con el correspondiente daño corporal. Este trastorno se vincula con la dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal (exageración de una característica percibida como defecto) con el trastorno obsesivo compulsivo e incluso la bulimia. Este trastorno tiene una mayor prevalencia en hombres que en mujeres, probablemente por la representación mediática del hombre.
La ortorexia, cuyo término fue acuñado hace relativamente poco, que se caracteriza por la obsesión por el consumo de alimentación saludable, así como por la restricción del consumo de alimentos, como la carne, los huevos o la comida grasa. Este trastorno también se le ha vinculado con el trastorno obsesivo compulsivo, con la anorexia o la bulimia. La página AliSa es una muestra de este tipo de trastorno. Respecto a la diferencia de género, se desconoce debido a la falta de estudios sobre la ortorexia.
Es evidente que la anorexia y la bulimia no abarcan todo el espectro de los trastornos de conducta alimentaria, pero es evidente que todos los trastornos, incluso si no se han registrado en los manuales, muestran situaciones comunes, como la obsesión por el peso, la talla o el cuerpo, o la utilización de comida para reducir la ansiedad. Queda mucho trabajo en este campo, no sólo desde las perspectivas médicas, también desde las perspectivas psicológicas, sociales y culturales.
Miguel Calvo Pérez
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