El presentador Javier Cárdenas difundió el pasado miércoles un bulo que lleva años circulando, que asegura que las vacunas causan autismo. Lo hizo en su programa Levántate y Cárdenas en Europa FM, que tiene una audiencia de más de 1 millón de oyentes.
“Ya lo dijo incluso Obama: el autismo se ha convertido en una epidemia. Para que veas hasta qué punto algo se está haciendo mal”
Además, Cárdenas publicó tres tuits en los que habla de manipulación y aseguró que “sólo nos hicimos eco de noticias como el resto”. Para apoyar su argumento adjuntó una captura de una búsqueda de Google sin demasiada autoridad científica: las webs Expansión.mx y Autismoava.
Yendo más allá de Cárdenas, aquí está claro el problema: la incertidumbre. Dar micrófonos al miedo a lo desconocido. Señores, el miedo es libre y cada cual puede atajarlo a su manera. De verdad, cada cual decide si se decanta por curanderos o hacer caso de profesionales de la salud que han dedicado gran parte de su vida al estudio de la enfermedad que padece. Lo interesante es que en el tema de las vacunas, tu responsabilidad no es simplemente tuya. Que vacunes a tus hijos o no, eso no se acaba allí. Esa decisión determina el riesgo que sufren los amigos de tus hijos, los compañeros de clase, sus parejas. Y te la planteas gracias a todos padres que decidieron vacunar a sus hijos antes, reduciendo la prevalencia de la enfermedad («Inmunidad de grupo»). Es no pagar impuestos y tener derecho a cobrar el paro. Ir a la fiesta, pero no participar en el regalo ni ayudar a limpiar después. Con el riesgo añadido y altísimo de acabar sin dinero y sin amigos y sin fiesta y sin paro.
Inmunidad de grupo (o inmunidad colectiva): al vacunar a una parte de la población se proporciona protección indirecta a los individuos no vacunados.
La vacunación actúa como una especie de cortafuegos. Esto es de gran importancia, ya que sólo se puede dejar a una pequeña parte de la población sin vacunar para que este método sea efectivo (“cupo” cubierto por pacientes que no pueden recibir vacunas como los inmunodeficientes o los receptores de trasplantes).
Tuberculosis, cólera, dengue, difteria, hepatitis A y B, papilomavirus, gripe, sarampión, meningococo, tosferina, neumococo, poliomielits, rabia, rotavirus, rubeola, tétanos, varicela, encefalitis o malaria son sólo algunas de las vacunas testadas científicamente y recomendadas por la Organización Mundial de la Salud. Sin ellas se perderían millones de vidas inocentes cada año. Sin ir más lejos, la viruela está erradicada, el último fue en 1977; en toda Europa no se han presentado casos de polio desde 2002.
Es muy simple: una inyección. Entonces, ¿de dónde surgen las dudas? Aquí no hay acuerdos con farmacéuticas. No hay intereses privados. No hay ganas de hablar por hablar. Esto no es ideología, no es religión, no es política, no es dinero. No hay intereses, no hay convicciones paracientíficas, no hay conspiraciones. Sencillamente, son vidas.
Y sí, todos nos equivocamos. La ciencia se equivoca y Cárdenas también se equivoca. Y es reconociendo los fallos la única manera de avanzar, y por eso, como estudiantes de ciencias de la salud, nos importa. Nos importa que tú sepas de dónde vienen los rumores que te puedan hacer dudar; a ti o a cualquiera de tus amigos, familiares o compañeros. Nos importa que tengas toda esa información para que seas crítico. Hazte este favor. Hazle a tu entorno este favor (https://www.youtube.com/watch?v=L58WA02aVhs):
- Las vacunas y el autismo: La falsa teoría proviene de un estudio erróneo del médico británico Andrew Wakefield, publicado en 1998 por la revista The Lancet. La investigación, realizada en 12 niños, concluía que la vacuna de la triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) era causa directa del autismo. Se descubrió que Wakefield había manipulado el estudio para obtener estos resultados, el Colegio General Médico Británico lo expulsó por actuar de “forma deshonesta e irresponsable” y The Lancet retiró de sus archivos la publicación. La alarma social provocó un descenso espectacular en el número de vacunaciones, causando un aumento del número de casos de sarampión.
- Los metales pesados de las vacunas: Algunas vacunas contienen timerosal, compuesto por etilmercurio, que se utiliza como conservante. En cuando al aluminio, según ha certificado la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo supone un 0,1% de las fuentes totales a las que está expuesto el ser humano. No obstante, la OMS defiende el uso de estos conservantes porque “evitan el crecimiento de bacterias y hongos contaminantes que se pueden introducir durante el uso repetido de los viales multidosis”, si bien por precaución el timerosal ha sido retirado de muchas vacunas.
- El aumento de casos de autismo en Estados Unidos: Según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de EE UU, los casos con trastorno del espectro autista (Autismo, Asperger y Trastorno del desarrollo no específico) han aumentado un 30%. Sin embargo, los expertos no relacionan el mayor número de casos con la vacunación sino con la mejora de las técnicas de diagnóstico (los trastornos esquizofrénicos y la epilepsia se diagnostican como tal desde las primeras fases; algunos de ellos eran catalogados como autistas) y a la reciente consideración del Asperger y el Trastorno específico del Lenguaje dentro del espectro autista.
Inés Zugasti Asín
Vídeo: El Síndrome de Stendhal @SStendhal