Aunque sería de esperar que cuando morimos todo nuestro organismo se detuviera, esto no es así. Estudios recientes han demostrado que cuando algún ser vivo fallece la transcripción de algunos genes permanece activa hasta 4 días después del momento de la muerte, incluso se produce la activación de genes que estaban silenciados durante toda nuestra vida. La mayoría de estos genes están relacionados con el crecimiento durante el desarrollo embrionario, lo que tiene algo de sentido considerando que las condiciones de las células postmortem son similares a las que tienen en el embrión. Además, algunos genes relacionados con el cáncer también se activan, de ahí que los órganos trasplantados desarrollen cáncer de manera considerable, por lo que hay que intentar que si un órgano se va a trasplantar permanezca el menor tiempo posible en el cuerpo sin vida.
Por: Sergio Garcerám
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