El color de nuestros ojos depende de la cantidad de melanina que tenga nuestro iris, un rasgo que heredamos de nuestros padres y que por lo tanto está determinado genéticamente. La mayoría de personas hemos observado que casi todos los bebés nacen con los ojos claros, y que no se sabe si éstos cambiarán o no de color hasta que pase un tiempo, pero ¿por qué desde un principio no tenemos el color correspondiente a nuestros genes? Para entenderlo primero debemos comprender un poco la anatomía pigmentaria de nuestro iris.
La coloración de nuestro iris se debe a la capa del estroma, un tejido conjuntivo situado por encima del endotelio, donde se encuentran las células pigmentarias. Éstas se dividen en células cromatóforas, las cuales contienen los pigmentos de color amarillo y marrón, y las células globulosas, que contienen los pigmentos de color negro. En los recién nacidos todavía son inmaduras y por lo tanto aún no han segregado suficientes pigmentos. A medida que vamos creciendo y nuestros ojos se exponen a la luz del sol estas células incrementan su actividad y pigmentan el iris hasta que alcanza su tono definitivo, cosa que ocurre normalmente a los 6 meses de edad.
Por esta razón es muy importante proteger los ojos de los niños, pues son mucho más vulnerables a los rayos ultravioleta. Sin apenas melanina el cuerpo no puede proteger nuestra vista y esto podría provocar queratitis, unas quemaduras solares que se manifiestan con dolor, fotofobia y enrojecimiento de los ojos. Las quemaduras agudas en la retina pueden dañar la visión de forma permanente.
Por: Paula Doria
Imagen: TryJimmy en Pixabay.com
Molaría una foto o dibujo para hacerlo más gráfico, pero mis dieses a la autora.
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