A veces los accidentes ocurren, y muchos nos hemos tragado algún que otro chicle.
Luego están las leyendas que dicen que se nos pegan a las tripas, o que tardan meses o años en digerirse.
En realidad, la inmensa mayoría de las veces el malogrado chicle simplemente pasa por nuestro tracto gastrointestinal como cualquier alimento sin pena ni gloria, pero a pesar del peristaltismo y los ácidos estomacales, la base del chicle no se digiere del todo y su valor nutricional, ya de por sí discreto, no nos aporta apenas sustancias de provecho.
Por: Mar Sánchez
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