Parece ser que sí. Según el periodista alemán Norman Ohler, el líder del partido Nazi, que originalmente se negaba a consumir cualquier tipo de “toxina” (incluida la cafeína), sucumbió a los encantos de la oxicodona que le prescribió el médico Theodor Morell en 1941.
Durante años, Adolf Hitler se inyectó varias veces al día este opioide para tratar sus dolores intestinales crónicos, y pronto se volvió adicto a la sustancia, que alternaba con dosis de cocaína prescrita para una perforación del tímpano que le produjo una explosión.
Por: Mar Sánchez
Imagen: https://goo.gl/XX4ySb
Pingback: Top 10 artículos de Salus más leidos de este año – Salus